Escucho el agua de la regadera caer mientras miro un
viejo video de Youtube. Pienso en que debo ser más amable,
tratarte mejor, de una manera que verdaderamente refleje todo el amor que
siento por ti, olvidando viejos rencores y los motivos por los cuales estuve
enojado contigo tanto tiempo, y que ahora no son importantes… ¿Será que
finalmente nos hemos perdonado todo?
Oigo que sales del baño y los pasos de tus
pies desnudos por el pasillo. Llegas a la sala y te recuestas a mi lado en el
futón. Miro tu dulce sonrisa, la más tierna que haya existido jamás. Observo
las arrugas que se dibujan en tu frente y alrededor de tus ojos; el tiempo ha
pasado y no somos los mismos tu y yo…
Una toalla gastada color verde envuelta en tu
cintura, tu cuerpo humedecido aún emite el calor del agua caliente con que te
bañaste. Recuesto mi cabeza en tu pecho y siento tu piel con los labios. Toco
tu pezón con la lengua, tú me acaricias la cabeza perdiendo tus dedos en mi
cabello. Mi mano navega entre tus piernas por debajo de la toalla hasta tus
testículos, luego lentamente recorro el camino hacía tu culo. Tú empiezas a
mover la pelvis y mis dedos penetran tu ano casi sin ningún esfuerzo. Inhalo
todo tu olor, ese al que me volví adicto desde la primera noche que pasamos
juntos, hace ya muchos años…
Tus piernas se deshacen de la toalla, te incorporas
hasta quedar sobre mi, que estoy desnudo ya. Tomas la botella de lubricante, la
que tenemos siempre en el buró y te preparas para sentarte sobre mi. Ésta es
una de las posiciones más frecuentes entre nosotros en el sexo, es la que tú
prefieres para comenzar. Podría parecer rutinario iniciar siempre así pero a mi
me sigue excitando ver como tu culo va bajando hasta mi verga y con una mano te
ayudas para que entre. Y después te mueves despacio y yo miro como tu cara se
pone roja, y tu boca abierta exhala rápido, y tus ojos verdes me miran sólo a
mi; soy lo único que existe en tu mundo ahora.
Después, sin sacarte mi verga del culo, te recuestas
hacía atrás y yo me levanto levemente. Me gusta esta posición porque me permite
más movimiento y soy ahora yo quien toma el control. Me muevo más rápido y te
penetro más fuerte. En está posición también siento que puedo durar más, y si
miro hacía abajo veo mi pene entrar y salir.
Quiero penetrarte de misionero pero tu te recuestas,
levantas una pierna de lado y quieres que te la meta así. Yo me hinco,
acercándome. Tomo mi verga con los dedos y me pongo más lubricante. Te penetro,
luego saco todo mi pene y miro tu culo abierto. Estoy muy excitado. Empiezo a
cogerte duro. Te digo que quiero que te vengas primero, entonces te
masturbas rápido. Tu verga a punto de explotar. Miro tu rostro. Trato de ir lo
más profundo posible. Siento muy cerca el orgasmo pero un ruido me distrae… Un
ruido que se deja escuchar sin piedad, más real que todo lo demás…
Abro los ojos. Estoy despierto y no lo quiero estar.
Entonces asocio que lo que escuché fue el sonido de la puerta del edificio al abrirse.
Mi departamento está en planta baja y la ventana de mi cuarto da a la calle. Es
muy temprano, un vecino debe estar por irse al trabajo. “¡No puede ser!”,
pienso. Cierro los ojos con fuerza, intento recuperarte en ese sueño que me ha
dejado absolutamente excitado y con el pene tremendamente duro. Es imposible.
Te me escapas y todo se llena de melancolía.
Paso el día entero pensando en ti. Algunas veces he
tenido sueños premonitorios. Es verdad; he soñado con cosas que más tarde se
han cumplido. Esta vez deseo con todas mis fuerzas que esto que ha venido a mi
mente inconsciente durante la madrugada, ocurra verdaderamente algún día. Yo sé que
no ha sido un recuerdo, no éramos nosotros cuando nos conocimos o cuando
vivimos juntos. Éramos tu y yo después, con las señales del paso de los años en nuestro
rostro. Éramos tu y yo en un tiempo futuro, donde renacía el amor y el deseo
entre nosotros. Nuestro mundo vivo otra vez.
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