Su amor no era sencillo. Uno padecía claustrofobia, el otro, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en las ventanas.
He tenido muchos amantes en mi vida. Con algunos he compartido más que sólo sexo; algo surgió en el momento de mirarnos, de tocarnos, de olernos. Algo provocó que nuestro orgasmo compartido fuese especial. A esos amantes, que llevo tatuados en la piel y en la memoria, les dedico estos relatos, que no son más que un esfuerzo por recordar nuestra historia (por breve que fuese), una lucha contra la implacable misión del olvido.